martes, 11 de agosto de 2009

Palomas o cóndores




Siguiendo con mi faceta escatológica testimonial no puedo dejar de mencionar la actividad plumífera en las calles que circundan las proximidades de la estación de tren de Vicente López.
La cercanía con la estación en una zona residencial implica el estacionamiento del vehículo en las calles adyacentes.
Estar ubicado frente a una barrera de tránsito intenso por la mañana de un día de semana obliga a sacar el coche temprano y acomodarlo en una calle adyacente y facilita la expansión del vocabulario de expresiones soeces, entonaciones obscenas, expresiones impacientes, genealogía familiar, observándose la característica que las expresiones más fuertes vienen del mal llamado" sexo débil", valga la paradoja.

Hete aquí que debido a la flora y, cuasi bosque, de la arboleda municipal y privada, convivan calandrias, palomas, gorriones, cotorras, golondrinas y tijeretas en la primavera, algún chimango hambriento y, aunque no ha sido visto, se estima la casi segura presencia de cóndores en la zona.

La certeza de tal hecho proviene de los aciertos de dichas aves sobre el coche, las cagadas de pájaro cubren, en algunos casos, un cuarto de capot o medio parabrisas, por más altos que fuesen los árboles, no puede una paloma cagar en semejante magnitud. Tienen que ser cóndores o albatros.

viernes, 7 de agosto de 2009

¿Quién es el dueño del patio de mi casa?

"Pregunta absurda", dijo uno que siempre se rendía a lo supuestamente obvio: Si el patio es de tu casa, el patio es tuyo.

Claro, simple, lineal en su pensamiento. No sé como sobrevive en la Argentina. ¿Cómo le explico que en casa, el gato del vecino hace lo que se le canta el culo, cagándose, literalmente, en el título de propiedad que pueda yo tener y en otros lugares del patio?
Porque el gato es dueño hasta de mis reacciones, ya que lo quiero hacer cagar de un tiro y no puedo. Gatos que me miran con cara de sorpresa, cuando un día de semana por la tarde, salgo a "su" propiedad y me miran como si yo, si yo, fuera un intruso en mi propiedad. ¿O es de ellos?
¿Y la calandria?
La calandria es claramente dueña del recipiente que junta la grasa del asado y que le encanta comer, metida adentro de la parrilla, que además tiene toldo. Es más, de tan propietaria que se siente, entra a la cocina y al living, se desorienta y me cuesta un huevo sacarla sin que se asuste y cague por ahí.
Evidentemente tengo un sino trágico escatológico con los animales. Animales, que no son mascotas porque en casa no tenemos mascotas deliberada y conscientemente.
La paloma que hizo nido en el ficus y que caga impertérrita desde una rama. El ficus, ese ficus hermoso que invade todo con su explosión verde fulminante por color y por velocidad de crecimiento. Ficus que podamos sistemáticamente al estado de palo, y que luego le salen hojas desde las raíces, al muy hijo de puta.


Cortázar y su "casa tomada", reíte de Cortázar, ojalá esta casa fuera bebida y no tomada.

Ni que hablar del dominio que ejerció un furtivo roedor, o ¿fue una lagartija?, la que invadió el espacio del lavaplatos en la cocina, como extensión del patio, y así como vino, desapareció, ya que la busqué por todas partes y tampoco dejo detritos, signo inequívoco de su presencia y propiedad territorial.

Sin ir más lejos, pasemos al dominio público, y bien cuenta nos daremos de su profunda y extendida privatización.

No tengo duda que los cabrones que se detienen frente a mi casa debido a la barrera, consideran que la calle es de ellos. Aunque existan títulos de propiedad del Municipio y supongo, que debe ser en condominio, porque hay otros conductores que exigen su desalojo a fuerza de bocinazos estentóreos a la mañana cuando tengo ganas de dormir hasta una hora razonable, 7,30hs.

Sería injusto de mi parte no mencionar a los perros, dueños de veredas, bases de árboles, y en algunas zonas de ese metro de ancho desde la acera al centro de la calle, acompañados de sus esclavos que levantan sus deposiciones, en el mejor de los casos en que las levanten, pero no evitan que marquen territorio con sus bien repartidos chorros de orín.

Ni el ejercicio de propiedad que acometen los canillitas (diarieros) que determinan quien me puede traer el diario a casa y quien no.

También la Municipalidad se arroga el derecho a decidir que el árbol del frente de casa no se pode y tenga una rama metida en la ventana, hasta que se me hinchan las pelotas llamando para que lo poden y no me dan ni cinco de bola, entonces, con un machetazo voy cortando todo lo que alcanzo dentro de mi supuesta propiedad privada.

En fin, como pasa siempre, sos “propio otario” para garpar, pero para ejercer derechos, siempre hay algún otro que te presenta sus títulos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Frase suelta 1

Más de 50 años de vida, 5 lustros casado (con la misma mujer), una hija de 22 y un adolescente varón de 14 hacen que frases, gestos sueltos y expresiones sean signos claros de estados de ánimo, actitud e intenciones, por parte de sus emisores.

Una de las frases que generan todo tipo de alarmas y disparan procesos de desarrollo de paz interior, calma espiritual, un poco de resignación y espíritu de sacrificio es aquella que pronuncia una mujer, como al pasar, que intenta parecer que es pronunciada casi casualmente pero que, para el varón experimentado en la vida en pareja y en familia, tiene una carga de intencionalidad de consecuencias, no voy a decir funestas, pero si significativas y esa frase es: "Estuve pensando".

Estuve pensando, en boca de una mujer es, en muchas parejas, el preámbulo fatídico, fatal de un plan de actividades inimaginadas por el hombre, que, calladito, tenía otras intenciones a las que su pareja declara, casi casualmente. Es la sentencia de muerte de una siestita, o de un ratito en el taller desculando alguna técnica para artesanía, la postergación de la lectura de un libro, la ausencia a una repetición de partido (Ya lo viste, es viejo). Puede ser la sentencia mortal al dolce far niente o al ejercicio intenso del pulgar sobre el control remoto, fortaleza habitualmente inexpugnable en manos de otros integrantes de la familia.

Ser argentino, adulto experimentado conlleva una carga de paciencia, esperanza en que las cosas mejorarán y en una necesaria dosis de resignación de los propios planes por los de otro, a quien uno ama, aunque en esos momentos sea un misterio porque, como muchos dogmas de la fe.

¿Qué varón con cierta antigüedad en la vida en pareja, de esta tierra mía, gaucha, tanguera y absolutamente italiana en esencia, no ha escuchado y sentido sensaciones parecidas a las descriptas interiormente?

Cada uno sale como puede, con ciertas consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Piensen como fueron esas consecuencias y cuales son los mejores resultados obtenidos.

El hombre, el matrimonio y la audición

El hombre cuando emprende el camino del matrimonio, va desarrollando distintas capacidades, entre ellas la de la audición selectiva.

Al principio, escucha atentamente a su pareja y contesta, vehementemente, iniciando así un conflicto.

Pasado un tiempo, de matrimonio, por supuesto, hace un esfuerzo (no obtenido) para no contestar y sigue armando disputas.

Se admira de la proverbial memoria de la mujer al recordarle ella, viejas actitudes, viejas decisiones, eternos vicios y terribles consecuencias para la vida matrimonial y familiar por su inadaptada conducta masculina.

Más adelante, el hombre, en el transcurso de su vida en común, al oir a su pareja, evalúa si debe contestar o no, cuales serán las consecuencias por contestar y cuales serán por no contestar, pronuncia un neutral ¡Ajá!, mientras sigue con lo que está haciendo, pensando: ¿qué querrá?.

Más adelante, peinando canas, si es que queda algo en la cabeza (según la opinión de diversos congéneres de su pareja, mujeres todas, por supuesto), siente que le habla, la escucha, la mira fijo o perdido, según mejor se dé y sigue apaciblemente con lo que está haciendo.

Ya en la madurez plena, siente un murmullo familiar, sabe de donde proviene, pero no la escucha.

Después, con su carga de experiencia acumulada en tantos años, apela a las ventajas de la tecnología: cuando ve ciertos signos inequívocos de perorata femenina, lleva su mano hasta su oreja y finalmente, apaga el audífono.