Las casas tienen características que los departamentos no tienen. Una de ellas es sentir la lluvia.
La lluvia se escucha de otro modo, más expresiva, las gotas que caen, el agua que cae por las canaletas. El viento, el viento que suena sordamente pero incesante.
Todo eso me retrotrae a Malvinas. A esas noches en el pozo mientras esperábamos el cañoneo de las fragata, cubiertos pero salpicados, con el viento por todos lados, la lluvia incesante y el frío que se sumaba generosamente a la circunstancia.
Largas noches de tiempos e historias compartidas, de preguntas retóricas que se responden en la extensión de la espera. Espera del cañoneo, espera del desembarco, espera tensa que te mantiene alerta sin pausa.
Las noches de lluvia intensa, como la que vivimos anoche, no son buenas.