martes, 18 de noviembre de 2014

Dirigentes

Pasa el tiempo y cada vez el espanto me acosa al ver la conducta de nuestros dirigentes, en especial los dirigentes políticos.

¿Qué condiciones debería tener un dirigente político?
según mi buen saber y entender, la lista será extensa pero no excluyente:

  • Preocuparse por el prójimo.
  • Conectarse con la realidad de la gente, no con la realidad virtual de la política.
  • Consciente que tiene que realizar en beneficio de la comunidad en general y no la comunidad de su entorno.
  • Honesto.
  • Tiene que saber escuchar para entender
  • Tiene que saber delegar.
  • Honesto
  • Justo
  • Saber que su vida es corta pero el de una Nación debe ser larga.
  • Hacer para construir
  • Capaz de criticarse
  • Capaz de reaccionar para corregir sus errores.
  • Asumirlos
  • Honesto
  • Honesto intelectualmente
  • Capacitado
  • Con don de gente
  • Capaz de correrse cuando llegue su momento
  • Educador 
  • Formador
  • Honesto
  • Que se rodee con gente de su confianza pero que esté capacitada para la tarea
  • No amilanarse ante la adversidad
  • Saber aprovechar el momento
  • Honesto.

viernes, 14 de noviembre de 2014

A pedido de curiosos

Año 1984.
Recién casado, ya llevaba tres años en los buques como Radio. Primer viaje con mi esposa como “familiar acompañante”. B/M “Río Negro II”. Destino USA: Buenos Aires, Villa Constitución (casi nos dan domicilio ahí) carga de alambrón para Ft. Lauderdale. Faaa! un lugar de primera, previa escala en Santos, -un clásico-, NYC. Claro que las estadías son inversamente proporcionales al interés de los puertos, ergo Villa Constitución 10 días, NYC 6 horas. Insuperable.
El caso es que fuimos y volvimos, pero volvimos con una carga de diamonia fosfato, fertilizante a granel, cargados hasta el occipucio y el puerto de descarga era Quequén. Quequén tiene una rada que está protegida de ningún viento. Es decir, dos gaviotas se tiran dos peditos y ahí estás bailando a lo pavote. Para pior el escenario político de ese momento era siniestro. Alfonsín, radical, ganó inesperadamente la presidencia de la Nación, gracias a las hábiles manifestaciones y la quema de un ataúd en la 9 de Julio, unos días antes de las elecciones en el acto de cierre de campaña. Italo Luder agradecido pero el resto del pueblo peronista, no lo estaba. Ergo al Fonsi le hacían huelga hasta los teros.
En ese patético escenario políticos sindical nos encontrábamos inmersos frente a Necochea hasta que la Madre Naturaleza no desperdició la oportunidad y, en Abril de 1984, se armó un pesto de la reputísima madre.
Para que los viejos memoriosos liberen de telarañas sus recuerdos, el Río de la Plata se secó, los buques en el puerto de Buenos Aires quedaron apoyados en el fondo, sin agua, lo que obligó a apagarlos e infinidad de marineros de agua dulce y algo salada del Río de la Plata ubicaron donde estaban gran cantidad de cascos hundidos porque, salvo por el cruce de dos canales de navegación se podía ir caminando hasta la Patria del Pepe Mugica y eso los puso en evidencia. Me acuerdo que las boyas de un casco que se llamaba Norma Mabel estaban en cualquier menos donde estaba el peligro para la navegación.


Ahí estábamos nosotros, gallardos con el Río Negro II fondeados en la “rada” de Quequén. Por la tarde recibo el pronóstico meteorológico: una mierda. Se venía un pesto de esos.
Amablemente le comunico al Capitán y, lógicamente, a mi esposa que iba a sufrir el baile que se venía. Para referencia de quienes no la conocen, si ella no maneja el automóvil, se marea en la ciudad. Por lo tanto, venía pesado.


A eso de las 1930 hs ya estábamos navegando pese a estar fondeados. Es decir, el buque se movía como si estuviésemos navegando a toda máquina. En ese momento, la fuerza del viento era 7 en la Escala Beaufort (googleen y aprendan) que es el inicio de la tormenta.


Allá salimos, mar afuera a capear el temporal que se venía. El pesto se incrementaba hora tras hora mientras la aguja del barógrafo, bajaba y bajaba, hora tras ahora. Se siente un cierto frunce en el centro de ojete pero a”Mal tiempo, buena cara".
La vida a bordo se hace difícil, muy difícil. Empezás a guardar todo lo que estaba suelto, se ponen los chalecos salvavidas debajo de uno de los costados del colchón para dormir trabado contra el mamparo, se atan las sillas. Se camina con cuidado bajo el moto de “una mano para vos, otra mano para el barco”. Ducharse es necesario pero absolutamente complicado. Contra un mamparo, esperás que la ducha vuelva hacia vos para mojarte o enjuagarte, ya que te enjabonaste mientras la lluvia caía en el costado del cubículo y lavaba íntegramente el inodoro.


Aparecen todas las cosas que estaban perdidas, las sacudidas, el cabeceo, sentido proa/popa,  el rolido de babor a estribor y viceversa, transforma al buque en una licuadora gigante.


Se come con los manteles mojados para que los platos, cubiertos y vasos no corran, lo que es muy desagradable al tacto.
Si la cosa se pone muy fulera, la táctica de alimentación es cortar bifes, colocarlos en la heladera y cada tripulante va a la cocina y se lo prepara sosteniendo el bife con un tenedor para que no se piante de la plancha.


Las maniobras en tormenta son “correr” el temporal que es ponerle la popa y dejar que te lleve, quien sabe a donde o “capear” que es ponerle proa al temporal y tratar de mantenerse en el mismo sitio o avanzar muy poco. Esta maniobra es la que se hace cuando a tu popa tenés costa, es decir peligro.


Esa noche, fue un infierno y a las 6 de la mañana siento golpes en la puerta del camarote: un buque más chico sin Jefe de Radio pedía auxilio por radiotelefonía. En ese momento el auxilio se encaminaba por un oficial de radiocomunicaciones por telegrafía que es más efectiva para recibir en situaciones adversas, El buque era el Puentemar. Ahí había amigos.


Prefectura no escuchaba la buque que transmitía en una frecuencia de poco alcance, así que me tocó realizar toda  la operación de auxilio para ellos, transmitiendo y retransmitiendo a la PNA todos los datos, burocráticos, que solicitaban.
El pesto se incrementaba y al mediodía llegamos a fuerza 12, el máximo. El Puentemar golpeando contra el agua, pantocazos, perdía potencia porque se descogotaban conductos de lubricación del motor principal. Haciéndola corta a eso de las 1400 hs pusieron proa a la playa a la altura de Claromecó. Casi les hacen una multa por mal estacionamiento en Tres Arroyos…


Mientras tanto, nosotros con el Ro Negro II, veníamos zurciendo la carta náutica, yendo de un lado a otro para soportar el temporal.
La proa se metía en la ola y toda la proa, el castillo, porque está más elevado que el resto de la cubierta principal, desaparecía bajo el agua. El buque con la hélice casi en el aire vibraba y todos nosotros, rezando y puteando para que el buque no siguiera viaje como el Sea view. “¡Salí, hijo de puta, salí!. El agua venía por cubierta con un metro de altura. Sobre la cubierta teníamos unos enormes pontones que forman en partes, una especie de entrepiso en la bodega para aumentar la superficie de carga, que se denomina entrepuente. Estaban ahí trincados (amarrados), soportando el embate del agua que venía con toda su potencia. Nosotros mirando en que estado estaba la trinca de los mismos, rezando que no zafara y que ninguno de esos pontones fuese al agua. El riesgo era que suelto en el agua, golpease el casco, nos hiciera un rumbo (agujero) y nos fuéramos a pique. El agua que no venía por cubierto era porque era lanzada hacia la popa cuando la proa del buque subía con toda su fortaleza cayendo más allá a unos 200 mts de su plataforma de lanzamiento. Fea sensación, el buque rolaba 30° a cada banda y el ángulo de corrimiento de la diamonia fosfato era de 33°, ahicito nomás, como para terminar vuelta campana.
Dos días fueron así, considerábamos calma cuando soplaban 70 km/h.
Así es, en parte, la aventura marítima.

Inolvidable.

Ah, la primavera..

Ah, maravillosa primavera, los días se alargan, salís del laburo y hay luz del sol. Llegan las lluvias, huy, me mojo, no traje paraguas. ¿Para qué? si lo pierdo siempre. Las plantas florecen con los primeros calores después del largo invierno, las mujeres también florecen. Huy, también los hongos de los pies, paso por la farmacia para el antimicótico... Si y junto con las flores aparece el polen, y las alergias, los ojos irritados, la congestión de la puta madre, pero es primavera. Ah, ¿qué es el Niño? ajá y va a llover como la puta madre, ajá. Bueno, pero las mujeres están fantásticas. Si, ya sé el viento y los plátanos que hizo plantar Sarmiento a Thays, se meten por todas partes. Si, si en el auto. Es cierto, prendés la ventilación y las siguientes dos cuadras, estornudás y escupís pelusa como un pelotudo. Te volvés a congestionar,.. ma sí dejensé de joder con la primavera...

martes, 4 de noviembre de 2014

Forzada introspección

Vivir en una gran ciudad como Buenos Aires implica estar rodeado de todo tipo de ruidos, música, gritos, charlas que nos acompañan por este camino.
Es considerada una ciudad muy ruidosa en el mundo. Los turistas europeos dan lugar a esta observación cuando llegan. De hecho el marcado por voz de los celulares en Buenos Aires fue un fracaso por el ruido de fondo.
Nosotros, que vivimos inmersos en esta metrópoli, no nos percatamos de esa auditiva realidad hasta que perdemos su inquieta compañía, ya fuese por traslado, ya fuese por  discapacidad momentánea o permanente.
En mi caso, entiendo que es discapacidad transitoria debido a una fuerte otitis.
Empezó con el bloqueo de un oído, siguió con el del otro. Todo pierde trascendencia, todo se aleja de uno al tener ese filtro colocado por la infección.
Estás más aislado, más recluido, más propenso a escuchar tus propios ruidos, . Casi desconocidos son los ruidos de tu respiración, los de tus latidos, los de tus intestinos, las mandíbulas que generan presiones y depresiones, la sangre que fluye potente por tus arterias, el ritmo que cambia con la ansiedad o la calma, la sensación de una nube que te abraza pero no te abrasa.
¿Qué se siente, qué se pierde, qué se gana al disminuir una capacidad de relevar sensaciones?
Se gana en escucharse más que en escuchar, como cambia la voz propia y la de los demás. Se oye que la vida fluye, se piensa en como aprovechar lo que queda para vivir mejor, para brindar más hacia los demás. Se descubren capacidades, errores, faltas, soledades y compañías.
Se aprende a vivir de otro modo, pero eso está en cada uno y en lo que cada uno quiera escuchar para sí y por si mismo.

Conectarse con uno en una meditación ayuda a entender más, a preguntarse más y a buscar más respuestas. No debería ser forzada o inevitable, como en este caso, si no sistemática y reparadora.