Me admira la condición humana detrás del volante. Hay reacciones que considero inexplicables por más argentino bien crecidito que soy.
Describo:
Vicente López,Melo y Segurola.
Después de 15 de años de promesas o amenazas, según la opinión que merezca la obra, empiezan las obras para un túnel bajo las vías del ramal Tigre del viejo FF.CC Bme. Mitre.
Podremos no coincidir con algunos métodos y la falta de recambio en la intendencia de este partido, pero no podemos negar que es de los más prolijos por la zona.
Desde Maipú hasta Segurola, numerosos carteles, grandes, de fondo de color naranja y letras negras anuncian la clausura del paso a nivel de la calle Melo. Algunos indican los desvíos posibles.
En la esquina mencionada, propiamente dicha hay dos vallas de hormigón armado pintadas con rayas diagonales rojas y blancas, combinación considerada la de mayor percepción visual junto a un cartel que indica que la calle está cerrada con signo y con leyenda...
¿Me pueden decir porque carajo gente con coches nuevos, nacionales, importados, alta y media gama, pasaban haciendo zig zag entre las vallas para encontrarse en la otra esquina, no con dos vallas sino con tres vallas igualitas en tamaño, estructura, peso y pintado en diagonal de rojo y blanco cruzando la calle de vereda a vereda impidiendo el paso?
Más aún les avisábamos verbal y gestualmente, y más rápido picaban.
¿Se podrá ser tan pelotudo, irrespetuoso, egocéntrico, omnipotente y en el fondo tan, pero, tan boludo?
No se rompan la cabeza,ya lo sé, clarísimo lo sé. Sí, sin dudas se puede ser así.
Mi suegro decía que este país, en 200 años, no se arreglaba, inevitablemente yo le respondía que era un optimista.
La gente no lee. Eso está claro, pero pensé que eran textos lo que no quería leer, ¿pero los carteles de señalización vial?
En el campo, muchas veces sirven de blanco de algún tirador furtivo, ¿pero que mierda van a ser en la ciudad? ¿Publicidad?
Hermano, si no lees los carteles, por el chapista dejarás tus billetes. En el mejor de los casos, de los otros no hay que ser muy perspicaz para pensar las consecuencias de chocar de frente contra un muro de hormigón armado.
Disculpen esta seria transgresión, pero no quería que se extraviase por ahi sino por aquí.
jueves, 11 de marzo de 2010
A veces me pongo serio
Soy ambicioso, quiero tres hiladas
Si, soy ambicioso, quiero tres hiladas de ladrillos de las que hizo el que estuvo antes que yo. Quiero arrancar con la cuarta hilada, no con la primera, por destruir completamente, lo que mal o bien, haya construido mi antecesor, por el solo hecho de que no la hice yo.
Tanta ambición tengo, que espero haberlo ayudado para que esas tres hiladas saliesen mas o menos derechas, porque desde otra perspectiva, desde otra posición, pude marcarle variaciones posibles, las hayamos discutido y las hayamos consensuado para que así sirviesen para el futuro.
Ya que estoy ambicioso, ¿saben qué quisiera?, que si cambiáramos de roles, preparar la mezcla, conseguir más ladrillos, poner el lomo y juntos, si juntos, con sus observaciones, sus avisos y nuestras discusiones pudiéramos armar, en algún momento, un andamio para hacer la decimo quinta, la vigésima, la cuadragésima hilada y que lo que construyamos sea alto, sea firme, aunque para llegar a armar esa hilada, hayamos cambiado de roles algunas veces, pero con un mismo destino común, beneficioso para todos. Dándonos la mano en el relevo para poder subir al andamio y seguir con la tarea que a todos nos beneficiará.
No quiero seguir sintiéndome habitante de la Torre de Babel, donde nadie se entiende.
No quiero ver más demoliciones de tabula rasa, quiero ver adaptación al escenario, amor al prójimo y disminución de las ambiciones personales por la búsqueda y la acción en beneficio del bien común, trabajando juntos, sin falsos conflictos.
Tan ambicioso soy que creo que puede ser posible.
Está bien, no digan nada, sigo leyendo mi libro de cabecera: Utopía de Santo Tomás Moro.
Si, soy ambicioso, quiero tres hiladas de ladrillos de las que hizo el que estuvo antes que yo. Quiero arrancar con la cuarta hilada, no con la primera, por destruir completamente, lo que mal o bien, haya construido mi antecesor, por el solo hecho de que no la hice yo.
Tanta ambición tengo, que espero haberlo ayudado para que esas tres hiladas saliesen mas o menos derechas, porque desde otra perspectiva, desde otra posición, pude marcarle variaciones posibles, las hayamos discutido y las hayamos consensuado para que así sirviesen para el futuro.
Ya que estoy ambicioso, ¿saben qué quisiera?, que si cambiáramos de roles, preparar la mezcla, conseguir más ladrillos, poner el lomo y juntos, si juntos, con sus observaciones, sus avisos y nuestras discusiones pudiéramos armar, en algún momento, un andamio para hacer la decimo quinta, la vigésima, la cuadragésima hilada y que lo que construyamos sea alto, sea firme, aunque para llegar a armar esa hilada, hayamos cambiado de roles algunas veces, pero con un mismo destino común, beneficioso para todos. Dándonos la mano en el relevo para poder subir al andamio y seguir con la tarea que a todos nos beneficiará.
No quiero seguir sintiéndome habitante de la Torre de Babel, donde nadie se entiende.
No quiero ver más demoliciones de tabula rasa, quiero ver adaptación al escenario, amor al prójimo y disminución de las ambiciones personales por la búsqueda y la acción en beneficio del bien común, trabajando juntos, sin falsos conflictos.
Tan ambicioso soy que creo que puede ser posible.
Está bien, no digan nada, sigo leyendo mi libro de cabecera: Utopía de Santo Tomás Moro.
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