lunes, 30 de septiembre de 2013

Recuerdos del "Capitán Brizuela"

Gases...

Estábamos en 2do año, y los exámenes bimestrales terminaban un jueves (1980). Listo, viernes gran asado gran, que era mas o menos habitual los miércoles que nos fugábamos o faltábamos directamente porque no queríamos hacer orden cerrado con Galleta y Morcilla. No va que el lunes nos avisan que el viernes embarcábamos en el Brizuela. Destino final: Formosa para desfilar por el Día de la Armada. Allá fuimos. Me tocó en el sollado con la crema de la 2da división. Unos grandes, eramos como 11 en el sollado. Un día viene alguno de los buitres de mis compañeros y comenta, "recién vi sacar de la conservadora, porque no era heladera, unos pedazos de carne verde que se pusieron a cepillar en la pileta y después los vi en la olla". Gracias, por la data. LLegado que hubo la hora del almuerzo, nos servían en esas bandejas de acero inoxidable el morfi y, diligentemente, los pedazos de carne volaban hacia las procelosas aguas del río Paraná. Todos, salvo uno: el gordo García Escardó. No creo que sea ninguna sorpresa que el gordo se agarró una descompostura de padre y señor mío. Terminó en cama en el ventilado sollado. Nos vamos a dormir y en un momento de la noche me despierto, parte por la luz, parte por el ruido y parte por un olor nauseabundo, mientras dos compañeros de sollado me miraban gozosos al ver que me despertaba, gritando "Está vivo, está vivo". Mi cucheta estaba a sota culo de la del gordo, el gordo hizo gala de toda su efervescencia intestinal despertando paulatinamente a los otros habitantes del infame habitáculo, que, por estar debajo de la línea de flotación era imposible de ventilar. Esa manifestación, increíblemente gaseosa habría que haberla sacado con un bobcat con pala mecánica. El gordo con las patas abiertas, ventilándose los genitales, las manos detrás de la nuca se reía despacito: jijiji, mientras nosotros nos turnábamos para sacar la cabeza por la escalera de acceso a cubierta.

Dónde empieza el mapa … y se termina la carta…

Los viajes en el Brizuela estaban plagados de "emociones". La emoción de saber que ibas a embarcarte como una rata, que ibas a hacer guardia en la máquina o en el puente, si a eso se le podía llamar puente. LLamados a ser oficiales mercantes, a navegar la Mar, el hecho que los dos buques escuela fuesen fluviales, da una pauta de la coherencia generalizada de la ENN. Soy lo suficientemente antiguo para haber viajado solo en el Brizuela. No tuve la oportunidad, juntos con unos cuantos lectores de este grupo, de pisar la cubiertadel "Piloto Alsina". El Capitán Brizuela, nacido como Iris en la flota de Mihanovich fue construido para hacer la carrera entre Corrientes y Posadas en la primera mitad del siglo XX. Nunca supe como fue que cayó en las manos de nuestra benemérita institución. Debido a su destino inicial, el Iris / Capitán Brizuela, calaba escasamente 90cm con una, proporcionalmente, abundante obra muerta. Ergo su comportamiento en ciertas condiciones de viento y corriente tenía las características de un caballito de desfile, duro de boca, esos que tienen la costumbre de avanzar de costado más que de punta.
Su eterno comandante era el Capitán Sulín, una excelente persona pero que en algunos momentos, yo creo que de aburrido parecía que se olvidaba de dichas características.
 Fue así que en ese bendito viaje a Formosa tuvimos una de esas emocionantes maniobras de atraque al muelle de Paraná, de bajada es decir regresando hacia Buenos Aires a favor de la corriente del caudaloso río Paraná. Otro detalle importante de este buque era que el puente estaba a escasos 4 o 5 mts de la proa y de ahí para atrás, el resto del buque.
Henos aquí emprendiendo ya más de la mitad del regreso a casa que nos dirigíamos a Paranáa hacer noche. En esa maniobra me tocó afortunadamente, estar en proa. No va que Don Sulín, le apunta como veníamos, aguasabajo, al muelle, cuando ya bastante cerca de la orilla, reflexiona y dice"Huy hay que poner la proa aguas arriba. Esto lo sé porque en proa se podía hacer con las órdenes susurradas en el puente que igual se escuchaba de lo cerca que estaba uno de otra. Es así que le da la orden a su timonel de maniobra, el "Suscrito" Reyna: Todo a estribor. Sin dar otra orden, no recuerdo si se podía poner un motor toda adelante y el otro toda atrás sin que hubiésemos necesitados a Amadeo Carrizo, Hugo Orlando Gatti y el finadito Roma para juntar en el aire las piezas del motor solicitado de toda adelante a toda atrás como hubiese facilitado dicha maniobra. Eran en esos momentos en que al Brizuela le surgía toda la estirpe equina de caballito de desfile: era absolutamente ingobernable y patinabas por los amarronadas aguas del Paraná sin saber a donde carajo íbamos a parar. Apoyado sobre la barandilla de babor mirando hacia la popa, veo una montonera por el pasillo que huía literalmente de la popa hacia nosotros. Mientras tanto observo que nuestra popa prácticamente afeitaba la proa de una chata correctamente amarrada a muelle. Mientras un pescador, desde muelle gritó admirado: "De pedo nomás pasaron". Mientras tanto nuestro querido Comandante seguía mirando impávido la proa hasta que al rato, ya regresados los fugitivos a su puesto de maniobra, pregunta: "Ah, ¿y la popa?" Libre, señor. Se le contestó suavemente desde la proa.
Avivando giles

 En ese bendito viaje, una noche antes de llegar a Formosa, si mal no recuerdo, nos fondeamos frente a una población paraguaya que por bien de mi memoria no recuerdo el nombre. Al Sr. Jefe de Máquinas, Don Carlos Rizzo enterandosé que un grupo de tropa de élite conocido con el nombre de "Los lagartos", mientras practicaba infructuosamente con una espada los saludos correspondientes, que en realidad no le correspondían porque los mercantones no usamos espada porque no tenemos comando, se le ocurrió que el gallardo Brizuela podría ser un objetivo a tomar por dicho grupo para el cumplimiento de sus objetivos de la maniobra. Como siempre el hilo se corta por lo más delgado, este buen hombre organizó guardia armada durante toda la noche con por lo menos 4 puestos si no más, supongo que la cantidad de puestos era estricta función de los fusiles Garand Beretta de dotación del buque.

Hete aquí que después de armar semejante bardo de "seguridad", no tuvo mejor idea que acoplarse a una expedición en la lancha de servicio del Brizuela, vestidos de uniforme a la población paraguaya. Entiendo que atraídos por el canto de las "sirenas" paraguayas a fuerza de chamamés y sapucays de neto origen guaraní. Creo que Sulín formaba parte de la expedición además de Luzuriaga. Imagínense el recibimiento de las autoridades paraguayas cuando estos descolgados llegaron de uniforme sin avisar a sagrada tierra guaraní de uniforme y con, supongo, insolente cara de perdidos. Es fácil decir que los sacaron a los escobazos.
Dentro de ese periodo donde se desencadenó el frustrado desembarco lúdico de la plana mayor del Capitán Brizuela, uno de los vigías apostados era el gran flaco Cermelo.
El frustradísimo militar que era el Sr. Jefe de Máquinas había organizado para esta frustrada excursión un procedimiento de identificación para cuando volvieran, no sea cosa que los audaces lagartos vinieran a copar el buque cual piratas del caribe, en busca de jóvenes doncellas para raptar y gozar.
 Casualmente, siendo radios, no era para nosotros problema alguno desarrollar el procedimiento radioeléstrico para identificar a la embarcación auxiliar que, peligrosamente, se acercaba a nuestro femenino tesoro.
Cermelo con su voz nasal: Lancha que se aproxima a buque Capitán Brizuela, identifíquese. Shhhhhhh, daba la frecuencia con el squelch abierto.  Naranja, Cermelo repite: Lancha aproximándose a buque Capitán Brizuela, identifíquese:
 Silencio del otro lado. Según el procedimiento lo que continuaba era dar el tercer aviso y... cargar.

El flaco repitió el aviso, esperó un poco y dijo por el HT: Cargo. Uds no se pueden imaginar con que nitidez se escuchó el accionamiento de la corredera del Garand Berretta en la límpida y fresca noche en las aguas del río Paraguay.

Tan nítido fue que hasta en la lancha con el ruido del motor y las puteadas, se sintió un entrecortado y ansiosos, “somos nosotros, somos nosotros la lancha del buque” con la voz de Rizzo.
De como un descolgado despertó a tres giles.

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