Mala noche
Ya la noche anterior había sido mala. ¡Quién sabe por qué motivo!, dormí poco, muy poco. A las 4 de la madrugada me desperté y hasta las 5 no pude volver a cerrar los ojos.
La mañana, que indefectiblemente empieza a las 7, me brindó la sensación, visual en este caso, de la inseguridad. Sin dudas es una sensación. En esa madrugada pese a que está justo enfrente de mi ventana, que estaba abierta reventaron la puerta de vidrio de la heladería frente a casa, un monitor, una balanza digital y una caja de cucuruchos fue el balance inicial de lo robado. El dueño juntando los vidrios, llamando al proveedor.
Fui a trabajar pero con una angustia importante, fui y regresé en auto para hacer más rápido, no me banco las esperas, las incertidumbres de los horarios de los medios de transporte público. Siempre expuestos a la voluntad de otros que no se someten a ningún compromiso por los demás.
Llegué temprano a casa, siempre acompañado de una tensión similar a la de vigilia del combate. Adrenalina en la sangre, el corazón a mil, una opresión leve en pecho, gases, esos malditos gases que no paran de traerme problemas. Me fui a la cama a las 22 hs, muy temprano para mi costumbre. Lo necesitaba.
Me desperté sobresaltado cuando mi esposa llegó al dormitorio. Me preguntó si me molestaba que viese TV, hecho que no objeté. El volumen estaba más fuerte en mis oídos, sensibles más que nunca. Me fui al otro cuarto. La lluvia golpeaba muy fuerte el techo de chapa, la tensión seguía ahí presente.
En el medio de la noche, saltó la alarma con estridencia, recorro más que sobresaltado. Todo bien. Reconecto la alarma y al rato, nuevamente.
Mal, muy mal me quedé, velando la madrugada, dormitando como hace 32 años, en las islas.
No me dio para ir a trabajar. En un amaine del temporal salí a la terraza a verificar si había sido una rama quien hizo disparar la alarma.
Así fue, una rama frente al sensor bien movediza. Regresé a mi taller, busqué el khukri y con él empecé mi tarea de podar a golpe limpio con ese cuchillo Gurkha que es casi un machete.
Liberé el sensor y liberé mi tensión bajo la lluvia, macheteando. Ahora estoy más relajado, agotado pero necesitado de escribir, de contar.
Me bañé y acá estoy con ganas de descansar.
La mañana, que indefectiblemente empieza a las 7, me brindó la sensación, visual en este caso, de la inseguridad. Sin dudas es una sensación. En esa madrugada pese a que está justo enfrente de mi ventana, que estaba abierta reventaron la puerta de vidrio de la heladería frente a casa, un monitor, una balanza digital y una caja de cucuruchos fue el balance inicial de lo robado. El dueño juntando los vidrios, llamando al proveedor.
Fui a trabajar pero con una angustia importante, fui y regresé en auto para hacer más rápido, no me banco las esperas, las incertidumbres de los horarios de los medios de transporte público. Siempre expuestos a la voluntad de otros que no se someten a ningún compromiso por los demás.
Llegué temprano a casa, siempre acompañado de una tensión similar a la de vigilia del combate. Adrenalina en la sangre, el corazón a mil, una opresión leve en pecho, gases, esos malditos gases que no paran de traerme problemas. Me fui a la cama a las 22 hs, muy temprano para mi costumbre. Lo necesitaba.
Me desperté sobresaltado cuando mi esposa llegó al dormitorio. Me preguntó si me molestaba que viese TV, hecho que no objeté. El volumen estaba más fuerte en mis oídos, sensibles más que nunca. Me fui al otro cuarto. La lluvia golpeaba muy fuerte el techo de chapa, la tensión seguía ahí presente.
En el medio de la noche, saltó la alarma con estridencia, recorro más que sobresaltado. Todo bien. Reconecto la alarma y al rato, nuevamente.
Mal, muy mal me quedé, velando la madrugada, dormitando como hace 32 años, en las islas.
No me dio para ir a trabajar. En un amaine del temporal salí a la terraza a verificar si había sido una rama quien hizo disparar la alarma.
Así fue, una rama frente al sensor bien movediza. Regresé a mi taller, busqué el khukri y con él empecé mi tarea de podar a golpe limpio con ese cuchillo Gurkha que es casi un machete.
Liberé el sensor y liberé mi tensión bajo la lluvia, macheteando. Ahora estoy más relajado, agotado pero necesitado de escribir, de contar.
Me bañé y acá estoy con ganas de descansar.
Mala noche, espero que la próxima no lo sea.
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