viernes, 7 de agosto de 2009

¿Quién es el dueño del patio de mi casa?

"Pregunta absurda", dijo uno que siempre se rendía a lo supuestamente obvio: Si el patio es de tu casa, el patio es tuyo.

Claro, simple, lineal en su pensamiento. No sé como sobrevive en la Argentina. ¿Cómo le explico que en casa, el gato del vecino hace lo que se le canta el culo, cagándose, literalmente, en el título de propiedad que pueda yo tener y en otros lugares del patio?
Porque el gato es dueño hasta de mis reacciones, ya que lo quiero hacer cagar de un tiro y no puedo. Gatos que me miran con cara de sorpresa, cuando un día de semana por la tarde, salgo a "su" propiedad y me miran como si yo, si yo, fuera un intruso en mi propiedad. ¿O es de ellos?
¿Y la calandria?
La calandria es claramente dueña del recipiente que junta la grasa del asado y que le encanta comer, metida adentro de la parrilla, que además tiene toldo. Es más, de tan propietaria que se siente, entra a la cocina y al living, se desorienta y me cuesta un huevo sacarla sin que se asuste y cague por ahí.
Evidentemente tengo un sino trágico escatológico con los animales. Animales, que no son mascotas porque en casa no tenemos mascotas deliberada y conscientemente.
La paloma que hizo nido en el ficus y que caga impertérrita desde una rama. El ficus, ese ficus hermoso que invade todo con su explosión verde fulminante por color y por velocidad de crecimiento. Ficus que podamos sistemáticamente al estado de palo, y que luego le salen hojas desde las raíces, al muy hijo de puta.


Cortázar y su "casa tomada", reíte de Cortázar, ojalá esta casa fuera bebida y no tomada.

Ni que hablar del dominio que ejerció un furtivo roedor, o ¿fue una lagartija?, la que invadió el espacio del lavaplatos en la cocina, como extensión del patio, y así como vino, desapareció, ya que la busqué por todas partes y tampoco dejo detritos, signo inequívoco de su presencia y propiedad territorial.

Sin ir más lejos, pasemos al dominio público, y bien cuenta nos daremos de su profunda y extendida privatización.

No tengo duda que los cabrones que se detienen frente a mi casa debido a la barrera, consideran que la calle es de ellos. Aunque existan títulos de propiedad del Municipio y supongo, que debe ser en condominio, porque hay otros conductores que exigen su desalojo a fuerza de bocinazos estentóreos a la mañana cuando tengo ganas de dormir hasta una hora razonable, 7,30hs.

Sería injusto de mi parte no mencionar a los perros, dueños de veredas, bases de árboles, y en algunas zonas de ese metro de ancho desde la acera al centro de la calle, acompañados de sus esclavos que levantan sus deposiciones, en el mejor de los casos en que las levanten, pero no evitan que marquen territorio con sus bien repartidos chorros de orín.

Ni el ejercicio de propiedad que acometen los canillitas (diarieros) que determinan quien me puede traer el diario a casa y quien no.

También la Municipalidad se arroga el derecho a decidir que el árbol del frente de casa no se pode y tenga una rama metida en la ventana, hasta que se me hinchan las pelotas llamando para que lo poden y no me dan ni cinco de bola, entonces, con un machetazo voy cortando todo lo que alcanzo dentro de mi supuesta propiedad privada.

En fin, como pasa siempre, sos “propio otario” para garpar, pero para ejercer derechos, siempre hay algún otro que te presenta sus títulos.

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