La vida, los compromisos, el respeto por la palabra dada nos van llevando en la vida a situaciones en las que, en algún momento, pensamos como utopías propias o ajenas o compartidas y como utopías que consideramos, les damos poco valor de concreción. En el fondo, una cuestión de charla de café, que por su propia naturaleza, sabemos de casi imposible concreción.
Ahí está el punto en cuestión, ..."de casi imposible concreción"...
Cinco años ha que Leandro Villegas, Coronel Mayor, Veterano de la Guerra de Malvinas, donde nos conocimos, Comando, integrante de la Compañía de Comandos 601, (punto determinante en esta viviencia), zapador, hijo de militar que falleció de un infarto a los 31 años alias Villy, un flor de tipo con quien es muy difícil pelearse, no porque ceda si no porque sabe acordar, me habló de un viaje al sur recorriendo la cordillera de los Andes desde San Rafael, Mendoza hacia el sur hasta llegar a Ushuaia en un Mercedes Benz Clase G, modelo 1979. A fuer de ser sinceros, el viaje llegaba hasta Río Gallegos pero su madre, quien quedó viuda muy joven, y ya grande le dijo ¿y por qué no hasta Ushuaia? con lo que corrimos el extremo hasta dicho punto.
Le seguí la corriente con la certeza de imposible concreción, ya que ambos casados, dos hijos cada uno, trabajando ambos en ese momento y con una cierta ansia de rajarse más que de llegar, que ante la racionalidad femenina se presentaría un obstáculo insalvable que permitía el delirar sin riesgos.
Craso error el mío. Uno más a lo largo de decisiones que como bien decía un golfer muy amigo de mi padre, el Dr. Carlos Risso, "Más vale perdonar que andar averiguando".
De golpe y porrazo me encuentro en una situación en la que yo , ya no tenía impedimentos y es más por las circunstancias vividas era un buen corte para lo transcurrido durante el maldito año de 2019, en el que después de 6 difíciles meses con un cáncer que la atropelló pero no la doblegó, Margarita, mi esposa durante 35 años, falleció.
Haciendo gala de una bocaza, que siempre trae inconvenientes, llegó la hora de la verdad: Había que iniciar el viaje.
Pardiez, no me estaba rajando de nada, no sabía adonde iba a llegar.
Pära aquellos que no me conocen personalmente y para aquellos que si me conocen, pero por las dudas no saben todo, que yo fuese a realizar una travesía en 4x4 con acampe, aunque fuese solo una vez, no está dentro de mis habituales costumbres.
Mi hijo Mateo, con quien vivo, en una cena me pregunta: ¿qué es lo que van a ver, paisajes? Si, eso es lo que vamos a ver. su cara de desconsuelo por ser hijo mío y no entender que carajo me motivaba (me conoce muy bien) era absolutamente reveladora.
Me encanta el camping si es un hotel 4 estrellas pa' arriba. Eso de la aventura, en lo personal, tenía el cupo cubierto con lo vivido en las Islas Malvinas en 1982, pero, como bien dice el dicho "El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras" y llegó el momento en el que el viaje se encaró en serio.
Primera realidad con la que me tropecé fueron las características del vehículo en cuestión: El MB 300 GD, con motor turbo es una garantía de pasar por cualquier lado por jodido que fuese, pero... sus añitos y deterioros naturales avizoraban el carácter espartano de su concepción. El aire acondicionado murió tiempo ha, la chapa está un tanto deteriorada y permite el paso de la tierra, en especial en el ripio y huellas, y su velocidad de crucero en su condición de excelente motor turbo diésel aconsejaban 85 km/h, para la ida que se banca para la vuelta, pero para un "zapato de buzo" de aquellos de traje y escafandra, es una tortura. Aclaro que uno de mis deseados objetivos del desarrollo de la tecnología es la realización del rayo transportador de la Enterprise que tan bien manejaba el Sr. Suru. De ese modo, viviría donde se me cantase y trabajaría en donde fuese sin sufrir. Si hablamos de utopías ¿por qué no puedo hablar de una de las mías?
Mi viejo me decía que era el "Emperador de la parafernalia". Es cierto, lo que sé es que el 90% de lo que llevo lo usamos. Sabía que iban a sobrar cosas pero para evaluar hay que hacer y analizar y en eso estamos. Cargados hasta el upite, no nos íbamos a quedar sin posibilidades de larga sobrevida si algo complicado nos sucedía.
Estas travesías se hacen con 2 o más vehículos, no con uno solo. Hacerlo en Febrero, época de compartir con la familia, impidió que se sumaran otros interesados en hacer el viaje. No por falta de interés, sino por sus propios legítimos compromisos familiares.
Gracias a Dios, surge la colaboración espontánea de aquellos que comparten un interés, lo que nos permitió obtener un montón de elementos prestados que nos facilitarían la vida en esta travesía. Carpa, anafes, infladores, ruedas de auxilio adicionales, catres, conservadora, parrillita portátil más lo que fuimos agregando, víveres secos, elementos de cocina, condimentos, caldos Maruchan, atún, hierbas y especias. Termos, bidones para combustible y para agua potable, mesa plegable, sillas director. Todos los líquidos imaginables y necesarios para el buen cuidado de la bestia G, garrafa de 3 kg, colchones inflables. Todo por si, porque si había posibilidad de cama, inodoro, ducha y techo, allá estábamos.
lunes, 6 de julio de 2020
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